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India: una historia de talento, creatividad y lucha del mayor productor audiovisual del mundo

Con el reconocimiento oficial de la Screenwriters Rights Association of India (SRAI) como Sociedad de Gestión de Derechos de Autor bajo la Ley de Derechos de Autor vale la pena repasar el arduo camino que debieron transitar los guionistas para llegar a concretar este anhelo. 


Aunque suene como un dato repetido es necesario tener en cuenta que India, un país diverso desde lo lingüístico y cultural -que con 1450 millones de habitantes es el más poblado del planeta- alberga una industria audiovisual vasta y compleja. En un país con 20 estados federales y 28 idiomas oficiales, la producción cinematográfica se despliega en al menos 22 lenguas diferentes. Con más de 1300 películas al año, sólo alrededor de 500 se realizan en hindi, el idioma oficial. Otras lenguas regionales, como el télugu, han logrado incluso reconocimiento internacional, como lo demostró la canción “Naatu Naatu” de la película “RRR”, ganadora del Oscar en 2023.


En Mumbai se concentra la producción de cine en hindi, mientras que en el sur del país se filman entre 300 y 400 películas anuales en cuatro idiomas diferentes. La región oriental, cerca de la frontera con China, también cuenta con una industria cinematográfica activa en bengalí. Sin embargo, la capital de la India, Nueva Delhi, no es un centro de producción cinematográfica. Dentro de esta vasta diversidad, los derechos de los autores audiovisuales han sido motivo de una lucha prolongada.

“Naatu Naatu”, en RRR (S. S. Rajamouli, 2022)

Evolución histórica del audiovisual en la India

En 1957, la legislación india reconoció los derechos de los autores, compositores y escritores de canciones. No obstante, esta ley era desconocida para la mayoría de los creadores, y solo algunos músicos reconocidos lograban negociar sus derechos con los productores. La gran mayoría de los autores no recibía regalías, y los contratos se limitaban a un único pago o comisión.


Durante la década de 1960, se creó la Sociedad de Derechos de Autor para Músicos (IPRS), con la intención de distribuir regalías equitativamente: un 50% para la editorial, un 25% para el autor y otro 25% para el compositor. Sin embargo, con el tiempo, las discográficas adquirieron un control absoluto sobre estas sociedades, relegando a los autores a un papel secundario. Esta situación motivó a los autores a luchar por sus derechos, aunque la resistencia de la industria dificultó la tarea.


Trilogía de Apu (1955-1959), dirigida por Satyajit Ray


En 2010, una nueva normativa otorgó a los autores audiovisuales el derecho a recibir regalías por la explotación de sus obras. Sin embargo, productores y otras organizaciones se opusieron, logrando la exclusión de los autores del proceso de negociación. La legislación sufrió modificaciones que establecieron que, si un autor no cedía sus derechos al productor o discográfica, su contrato sería considerado ilegal. Además, se determinó que las regalías eran inalienables, excepto en casos en los que se transferían a una sociedad de gestión o a los herederos legales del autor.


En 2013, representantes de la comunidad audiovisual india viajaron a Europa para reunirse con diversas sociedades de gestión, como DAMA, y obtener información sobre modelos de protección de derechos. A su regreso, iniciaron la creación de sus propias organizaciones, aunque enfrentaron múltiples obstáculos, entre ellos la falta de acceso a asesoramiento legal accesible y la dificultad de reclasificar los guiones como "literarios" dentro del marco legal.


Obstáculos y resistencia

A pesar de los avances en la legislación, su implementación se veía demorada por razones burocráticas, como modificaciones menores en la redacción de las normativas. Manteniéndose a la espera de la aprobación definitiva de la ley, la Screenwriters Rights Association of India (SRAI) se encargó de gestionar colectivamente los derechos de los autores. Sin embargo, la falta de apoyo financiero y la presión de las corporaciones obstaculizaban permanentemente este proceso.


Actualmente, se estima que en India hay alrededor de 25.000 guionistas activos. La ley de derechos de autor establece que los derechos se extienden por 60 años después de la muerte del autor, lo que permite a miles de herederos acceder a regalías. En total, unas 40.000 personas se verían beneficiadas de estos derechos, lo que representa un número significativo en un país con alta tasa de desempleo juvenil.


El impacto de la TV y las plataformas

El sector televisivo ha jugado históricamente un papel clave en la industria audiovisual de la India. Con ocho canales en hindi y al menos diez programas diarios en cada uno, la demanda de guionistas es elevada. Se calcula que cada canal emplea entre 40 y 50 guionistas, lo que implica que cerca de 450 guionistas trabajan diariamente en la televisión en hindi. Además, hay otros 500 guionistas esperando una oportunidad para ingresar en la industria.


Muchos de estos guionistas enfrentan contratos abusivos y acuerdos injustos. La falta de conocimiento sobre sus derechos y el temor a perder el empleo los obliga a aceptar condiciones desfavorables. Para contrarrestar esta situación, miembros de la SRAI han organizado talleres en toda la India con el objetivo de educar a los guionistas sobre sus derechos. Las plataformas de streaming introdujeron otro desafío: la imposición de acuerdos de no divulgación (NDAs) que pueden facilitar el robo de ideas sin consecuencias legales. Aunque se advierte a los autores sobre los peligros de estos contratos, muchos los firman por miedo a ser excluidos de la industria. Además, algunas productoras utilizan estrategias legales para intimidar a los guionistas, abriendo demandas en localidades remotas, donde el costo y la dificultad de presentarse ante un tribunal disuaden a los autores de defender sus derechos.


Kill (Nikhil Nagesh Bhat, 2023)


La aprobación de la SRAI es el resultado de un largo proceso iniciado en 2012, cuando se modificó la Ley de Derechos de Autor en India. A partir de esa modificación, un grupo de guionistas decidió formar la primera sociedad de gestión colectiva del país. Sin embargo, la aplicación de SRAI estuvo estancada en el gobierno durante ocho años sin recibir aprobación oficial. Durante este tiempo, la falta de reconocimiento legal generó problemas para la recaudación de regalías y dificultó la relación entre los creadores y las grandes corporaciones del sector audiovisual.


Puentes y apoyos para SRAI

Uno de los factores que contribuyó a la demora en la aprobación de SRAI fue la existencia de múltiples sociedades de gestión en distintos repertorios, lo que complicaba el pago de regalías a los autores. Para solucionar este problema, el gobierno indio desarrolló un esquema de "ventanilla única" que centralizaba la recolección y distribución de regalías. 


A pesar de la gran expansión de su industria audiovisual y la influencia global de su cine, los guionistas y otros autores no contaban con un marco legal efectivo para recibir regalías justas. Tras más de una década de espera desde la modificación de la Ley de Derechos de Autor en 2012, el gobierno indio aprobó la operación de la Sociedad de Gestión Colectiva SRAI, lo que marca un avance significativo en la protección de los derechos de los creadores.


Por supuesto que el proceso para lograr el reconocimiento de la SRAI no fue sencillo. Desde su creación en 2012, la sociedad enfrentó numerosas tareas burocráticas y la resistencia de corporaciones que dificultaban el pago de regalías a múltiples sociedades. Sin embargo, una sentencia judicial en el caso NOVEX permitió que las Organizaciones de Gestión Colectiva operaran sin necesidad de registro, siempre que cumplieran con la Ley de Derechos de Autor. Esto facilitó la consolidación de SRAI y su oficialización como entidad encargada de gestionar los derechos de los guionistas.


Anjum Rajabali y Vinod Ranganath, autoridades de SRAI


El sistema de regalías en India tiene particularidades que SRAI deberá gestionar. Por ley, cualquier regalía recolectada por un guionista debe dividirse en partes iguales con el productor de la obra. Esto significa que la sociedad deberá mantener un equilibrio entre ambos grupos en su estructura de gobernanza, con igual representación de autores y productores en su directorio. Además, otro desafío importante es la diversidad de idiomas en el país: dado que las obras pueden estar registradas en hasta 17 idiomas distintos, la SRAI ha propuesto que los títulos sean ingresados ​​en inglés o hindi para facilitar la gestión.


Desde que cuenta con la aprobación gubernamental, la SRAI ha lanzado una campaña de membresía en todo el país, con el objetivo de reunir entre 25.000 y 30.000 miembros, incluyendo guionistas activos y herederos de creadores fallecidos. 


Además, con el apoyo incondicional de la Confederación Internacional de Autores Audiovisuales (AVACI) ha establecido acuerdos con otras entidades de Gestión Colectiva a nivel internacional para fortalecer su estructura. En este contexto, la colaboración con entidades como Directores Argentinos Cinematográficos (DAC) y la Sociedad General de Autores de la Argentina (ARGENTORES) permitió la capacitación de miembros de SRAI. Entre las tareas de capacitación de mayor importancia para aplicar en la conformación de SRAI fue aprender el manejo de AVSYS AI -Sistema Operativo Integrado para Obras Audiovisuales-: un sistema especialmente diseñado por la Federación de Sociedades de Autores Audiovisuales Latinoamericanos (FESAAL) para controlar y ejecutar todas las operaciones de una sociedad de gestión del derecho audiovisual. En la entidad que nuclea a los directores audiovisuales de la Argentina también se avanzó en el diseño del sitio web definitivo de la SRAI https://www.sraindia.org y del logo que hoy identifica a la flamante sociedad de la India.

Tanto la creación como la oficialización de la SRAI marcan un hito en la industria audiovisual india, brindando por primera vez a los creadores una estructura sólida para la defensa de sus derechos. Con el respaldo de las entidades internacionales nucleadas en AVACI la sociedad garantizará una distribución justa de los ingresos generados por los autores. Este es un paso fundamental hacia la equidad y el reconocimiento de los guionistas en una de las industrias cinematográficas más importantes del mundo.



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